Racionalización: La verdad detrás del «por algo pasan las cosas»

En la antigüedad, resultaba natural atribuir actos violentos de la naturaleza a un panteón de deidades. Las calamidades eran consideradas a menudo como una señal de que se había ofendido a estos dioses. Por ejemplo, hacia 4800 a. C, un volcán en el monte Mazama en Oregon explotó, haciendo que durante largo tiempo lloviera roca y ceniza ardiente, que al final llenaron el cráter volcánico. Lo interesante es que los indios Klamath de esa región de la actual Oregon crearon una leyenda que se ajusta perfectamente a cada uno de los detalles geológicos de aquel acontecimiento. (Fragmento obtenido de El Gran Diseño, de Stephen Hawking).

La racionalización en psicología se refiere al proceso mediante el cual las personas atribuyen las causas de un acontecimiento a hechos que, aunque pueden carecer de una conexión directa con el suceso en cuestión, sirven para justificar y respaldar nuestras creencias y posturas existenciales. Este fenómeno psicológico implica la búsqueda de argumentos lógicos o razonamientos que, aunque puedan ser superficiales o incluso ilusorios, proporcionan una aparente coherencia a nuestras interpretaciones y decisiones.

Si observamos con detenimiento, es una vivencia que ocurre con frecuencia: si llegas tarde y no alcanzas el autobús, es posible que justifiques la situación diciendo «por algo pasan las cosas»; o un día cometes un error en el trabajo, te despiden y comentas: «de todos modos no me gustaba este trabajo»; o tal vez estás distraído chateando en el celular mientras conduces y, de repente, chocas contra otro automóvil, y te consuelas con la idea de que «de todas formas, tarde o temprano me iba a pasar». Estos procesos de racionalización son cruciales para mantener el equilibrio emocional, ya que nos protegen de caer en la desesperación, culpa y ansiedad. Nos permiten desarrollar resiliencia en momentos difíciles, brindándonos la motivación necesaria para levantarnos de nuevo. Sin embargo, es importante resaltar que la racionalización no siempre conduce a resultados positivos.

Es fundamental realizar un proceso de autoconocimiento y ser conscientes de las racionalizaciones, ya que funcionan como trucos mentales que distorsionan la percepción de la realidad. La tendencia a justificar errores con la frase «por algo pasan las cosas» puede perpetuar patrones negativos sin corregirlos, impidiendo el crecimiento personal y la capacidad de aprender de las experiencias. Es crucial evitar este riesgo para fomentar un desarrollo más saludable.

Los indios Klamath de la historia en el inicio de este post, justificaban sus percepciones a través de leyendas fantásticas, prefiriendo creer en estas narrativas a pesar de la evidencia clara. Podríamos criticar esta actitud, acusándolos de autoengaño para respaldar sus propias creencias. Sin embargo, ¿no hacemos lo mismo a menudo? Al igual que los Klamath, también nosotros guardamos creencias muy arraigadas que necesitamos justificar, aunque en el fondo sean irracionales, por ejemplo:

  • «Debo alcanzar el éxito profesional a toda costa.»
  • «Es necesario que tenga una casa propia antes de los 35.»
  • “Debo dedicar la mayor parte de mi tiempo libre a actividades productivas, no puedo simplemente relajarme.»
  • «Debo tener un cuerpo perfecto.»
  • «Es necesario mantenerme siempre en este trabajo.»
  • «Antes de cumplir 30, debo casarme y tener hijos.»
  • «Aunque la relación no funcione bien, debo seguir en ella.»
  • «Es mi deber lograr que mis padres se sientan orgullosos de mí.»
  • «Debo mantener siempre una actitud positiva.»
  • «Los demás tienen la culpa de mis desgracias, yo no.»

Reflexionar sobre las frases que suelo repetirme me lleva a cuestionar si realmente reflejan la realidad o si las utilizo como una forma de autoconvencerme de que estoy en el camino correcto. ¿Estoy basando mis creencias en hechos concretos o simplemente estoy construyendo una narrativa para justificar mis elecciones y percepciones?

Los errores, los conflictos y las crisis nos comunican constantemente, instándonos a evolucionar y dirigirnos hacia destinos más prometedores. Suprimir los errores a través de nuestras justificaciones racionalizadas y de frases como «por algo pasan las cosas» solo obstaculiza nuestra capacidad para corregir y tomar decisiones cruciales. Engañarnos a nosotros mismos de esta manera eventualmente resultará en que la retroalimentación valiosa se diluya entre otras ideas, sin enriquecernos ni contribuir a nuestro crecimiento en ningún aspecto.

Las ideas que he expuesto en este post están muy bien resumidas por el renombrado psicólogo suizo Carl Jung en una de sus frases eternas: «Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, obligan a la conciencia cósmica a reproducirlos tantas veces como sea necesario para aprender las lecciones que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma.»